
No siempre respaldó el proyecto de su marido de aspirar a un cargo de mayor rango. En 2004 se opuso a que el actual presidente contendiera a la Casa Blanca al dar vueltas alrededor de su casa con la palabra “No” escrita con marcador por todo su cuerpo, enfundado en un bikini. (“Me ganó mi mal genio. Decidí que necesitaba aportar a la conversación”, escribió sobre el episodio en sus memorias, publicadas en 2019).
20 de enero de 2021 a las 23:34 ET
Al final se rindió: Biden fue seleccionado como vicepresidente de Barack Obama en 2008, después de fracasar en su carrera por la presidencia. Como segunda dama, ella disfrutó del relativo anonimato que le otorgaba la enseñanza y en entrevistas comentaba que a menudo sus estudiantes no la reconocían. De hecho, en el sitio de calificación de profesores Rate My Professors, sus exalumnos tenían más comentarios sobre su estilo de enseñanza (uno que abunda es “califica exigente”) que sobre su vinculación con dos gobiernos presidenciales.
Pero el miércoles, la doctora Biden llegó a la Casa Blanca con un perfil más elevado, una plataforma similar a la que planteó como segunda dama y un Ala Este repleta de colaboradores en los que confía. Entre ellos, Anthony Bernal, un asesor sénior que ha trabajado para los Biden desde la campaña de Obama. Julissa Reynoso Pantaleón, quien trabajó para el Departamento de Estado de Obama es su jefa de personal.
La semana pasada, la doctora Biden nombró a Rory Brosious, exasesora de la campaña de Biden, directora de la iniciativa Uniendo Fuerzas, un programa que brinda apoyo a las familias del ejército que lanzó con Michelle Obama cuando ella era la primera dama. Se espera que la doctora Biden también impulse la gratuidad de los colegios comunitarios y se dedique a concientizar sobre la prevención del cáncer de mama, según dijeron sus asistentes.
“No va a traspasar la puerta y decir ‘¿cuál es mi identidad como primera dama’?”, dijo en una entrevista Shailagh Murray, exasesora sénior de Obama y Biden. “Solo será la versión de primera dama de lo que siempre ha hecho”.
Originaria de Nueva Jersey, se crió en Willow Grove, Pensilvania, un suburbio de Filadelfia. De hablar sencillo y con acento de Filadelfia, la doctora Biden se ha tomado su nuevo papel con el mismo toque rústico que su marido tiende a usar: “¡Díganme Jill!”, dijo la semana pasada a los aliados que se le unieron en una llamada de Zoom. Pero ha tenido arranques en los que ha dejado ver su carácter: durante la campaña presidencial se interpuso entre su marido, entonces de 77 años, y un grupo de manifestantes veganos revoltosos.
“Recuerdo cada desaire contra la gente que amo”, escribió en su libro de memorias, en el que se presentó como protectora de la familia si no es que jefa titular de resentimientos.
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